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Lxs jóvenes y adolescentes que nacen con VIH existimos, vivimos y resistimos. Adquirimos el VIH en lo que se llama transmisión vertical (o materno-infantil): durante la gestación, el parto o la lactancia materna.
La mayoría de les jóvenes y adolescentes que nacimos con VIH lo hicimos durante los finales de los 80’s y 90’s, cuando todavía no se sabía mucho de la epidemia. Sin embargo, en la Argentina la transmisión vertical aún no se ha erradicado y todos los años decenas de niñes siguen naciendo con VIH.
Crecimos tomando medicación sin saber por qué, medicación de muy mal sabor que está muy lejos de lo que existe ahora y que nuestra familia acompañaba con cosas dulces para poder tragarlos mejor pero que no evitaban el ardor en el estómago. Drogas que recién ahora están siendo preparadas para su uso en niños, pero que hace 20-25 años no estaban ni cerca.
Crecimos sobreprotegidos por nuestras familias. Para que no nos enfermaramos si teníamos las defensas bajas, que no era raro, y en donde el hospital pasaba a ser nuestra segunda casa. Y así transitamos toda nuestra infancia, pensando que todo esto era normal. Solo que tomando “vitaminas”.
A medida que fuimos creciendo nos empezamos a encontrar con que alguien de repente nos revelaba: “tenés VIH”. Momento de silencio y perplejidad en el que de repente todo empezaba a tener sentido. Desde el primer momento nos pidieron que junto con las pastillas nos tragáramos la necesidad de contarlo: porque si se lo decíamos a alguien, nos iban a tratar mal, a mirar mal. Porque la gente tampoco sabía de que se trataba y “era mejor que no lo sepan”.
La adherencia nunca fue fácil, pero a partir de terminar de entender para qué era y durante la adolescencia, para muchos fue aún peor. Y es con esos mandatos de donde surge a veces la rebelión porque necesitábamos el apoyo de otras personas, no queríamos estar soles. Los efectos secundarios eran terribles: las náuseas constantes, acidez, desgano, pasar días en casa porque no tenés fuerzas para salir. La medicación era tan fuerte que revolucionaba todo el organismo. Y a veces eso no se podía sostener. Cuando empezás a no tomar la medicación, a esconderla, a escupirla. a no contarle a tu familia (porque simplemente no das más, estás harte) luego aparecen las resistencias: las drogas dejan de tener efecto, te quedas sin opciones de tratamiento posible, tus defensas empiezan a bajar, y así el ciclo que ya conocemos.
Toda la vida escuchamos que si no tomamos la medicación nos íbamos a morir, eso ya lo tenemos en claro y no alcanza. Estamos acá para buscar un motivo por el cual seguir viviendo y seguir resistiendo. Sin embargo, en la sociedad aún no se visibiliza de manera efectiva a nuestra población, ya que los estigmas, mitos y creencias alrededor del VIH persisten hasta nuestros días.
Esta Red nace gracias a la fuerza de adolescentes que nacimos con VIH y a nuestra necesidad de encontrarnos en un espacio para nosotres por nosotres mismes.
Si vos también naciste con VIH, escribinos. Te estamos esperando.
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