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La Ley Nacional de SIDA Nº 23.798 y su Decreto reglamentario N°1244/91 protegen la confidencialidad de tu serología, por lo que no estás obligado a contar que vivís con VIH. Este resguardo te abarca tanto a vos como a los profesionales de la salud y administrativos del centro de salud donde te atiendas (que también tienen el deber de resguardar tu confidencialidad), medios de comunicación o a cualquier persona que haya tomado conocimiento de tu diagnóstico en cualquier ámbito de tu vida privada.
Es necesario conocer los derechos que nos asisten a las personas con VIH y las herramientas legales que los protegen para hacerlos valer. Nadie tiene derecho a obligarte a contar ni difundir algo que no quieras que se sepa. Por eso, si un tercero que sabe que tenés VIH lo difunde, será necesario identificarlo y denunciar el hecho. Se pueden iniciar acciones civiles y/o penales para lo cual necesitarás asesoramiento legal.
En cuanto a la confidencialidad en tu escuela o un trabajo, tampoco estás obligado a contarlo. Tendrás que decidir qué te sentirías más cómodo: puede llegar a ser práctico notificarlo en lo que hace a la cobertura médica así como también vulnerar tu privacidad y encontrarte con situaciones incómodas de discriminación y exclusión entre el personal. Hay que tener en cuenta que la notificación no garantiza la discreción de la institución así como tampoco debería modificar las condiciones ni el trato de nadie para con vos. Sin embargo, hay situaciones (especialmente en circunstancias de altas de cobertura de salud en materia de obras sociales y prepagas) en las que amerite declarar tu diagnóstico para ahorrarte problemas administrativos a futuro. Llegado el caso, podés comunicarte con nuestra Área de Asuntos Legales, para mayor información sobre cómo proceder en esos casos.
El VIH en mi Intimidad
Con respecto a tus relaciones sexuales, visibilizar tu diagnóstico y cuidarte corren por caminos separados.

Contar que tenés VIH no constituye una forma de prevención para la transmisión del virus, sin importar cuánto las personas insistan querer saber sobre tu serología antes de tener relaciones sexuales. Una de cada 3 personas que viven con el virus lo desconocen o creen que no tenerlo, por lo cual preguntar no tiene ningún sentido preventivo real.
Múltiples son las formas de prevenir cualquier potencial trasmisión del virus: el uso correcto del preservativo y el campo de látex, la PEP y la Indectabilidad. Querer saber sobre la serología de otra persona responde a la necesidad de querer evitar entrar en contacto con gente que vive con el virus, lo cual constituye un claro ejemplo de discriminación de las personas que viven con el virus y lo saben.
El consentimiento en las relaciones sexuales es compartido, lo mismo con la responsabilidad del cuidado del propio cuerpo. La privacidad es tu derecho y contarlo es una elección, no una responsabilidad.
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