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Mucha información existe sobre qué es el VIH, cómo se transmite y todo lo que tenés que hacer para evitarlo, pero muy poco se comparte sobre qué pasa una vez que te encontrás con él. Existe mucha vida después del diagnóstico, y puede ser muy buena si así vos lo querés.
Saber convivir con el virus no quiere decir dejar de disfrutar de tu vida y de las relaciones con los demás. Pese a que hace mucho dejó de ser una realidad, por lo general la muerte sigue siendo la primer representación asociada VIH. Por tener VIH no sólo no te vas a morir sino que tampoco vas a estar necesariamente incapacitado físicamente. Los avances en los tratamientos y en la atención sanitaria han hecho de la infección por VIH una condición crónica, algo con lo que se puede vivir y que necesita solamente controlarse.
Sin embargo, los cambios en la percepción social del VIH han avanzado más lento que la ciencia. Lamentablemente, la mayor representación asociada al VIH continúa siendo la de miedo: a una posible muerte, al rechazo, al juicio ajeno, a lo desconocido, a la incertidumbre por sobre el futuro. Todos producto del terror, el desconocimiento, la ignorancia y la negación de lo que hace al virus y al estigma sobre lo que significa tenerlo. Si el VIH se puede controlar y sigue siendo un problema social, entonces la que está enferma es la sociedad.
El estigma asociado al VIH, y difundido en buena medida por los medios de comunicación desde el inicio de la epidemia, descansa sobre las desigualdades sociales y los estigmas previos ligados al género, la etnia, la sexualidad, la nacionalidad y, en general, a diversos comportamientos censurados en diferentes culturas. Así es que ha sido construido socialmente como una enfermedad moral, vinculada al consumo de drogas por vía intravenosa y a “comportamientos sexuales desviados” (homo y bisexuales, prostitución o promiscuidad).
Sin embargo, quienes vivimos con el virus no somos esclavos pasivos de estas relaciones de desigualdad y violencia que se sostienen mucho más allá del virus (y que seguirán existiendo mucho después de que hayamos curado).
Cómo uno lleva el virus depende de muchas cosas, principalmente cómo y en dónde te encuentra. Descubrir que tenés VIH aprieta todos los botones, hace saltar todas las fichas y expone todo. Te enfrenta a vos mismo. Pero el virus no es ni malo ni bueno, va a significar lo que su huésped quiera que signifique.
El VIH te puede dar tanto motivos como para cerrarte sobre vos mismo y padecer por la presión y el rechazo de la sociedad como para hacer algo al respecto: hacer cambios en tu vida, sacar fuerza para buscar lo que querés para tu vida o salir a cambiar el mundo para que sea un lugar más inclusivo para las personas que vivimos con VIH. Eso lo elegís vos, el dolor será inevitable pero sufrir es opcional.
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