Este año se conmemora el 21° Aniversario de esta fecha, reconociendo la potencia del paisaje actual en materia de investigación y la gran brecha que aún existe entre los esfuerzos que mundialmente están teniendo lugar en este preciso momento y las realidades de las 38 millones de personas que vivimos con VIH.
La epidemia del VIH/SIDA comenzó hace alrededor de 30 años y la ciencia ha recorrido un largo camino desde entonces. Esta línea del tiempo no es sorprendente: en comparación, se tardaron 47 años en desarrollar la vacuna contra la polio. Hay historias que aún deben ser escritas, pero ciertamente es algo más fácil de decir que de hacer. El desarrollo de una vacuna es un proceso largo, pero se han visto avances sin precedentes en los últimos años y varios conceptos prometedores están siendo experimentados en ensayos clínicos a gran escala. Actualmente, dos potenciales vacunas (HVTN 702 y HVTN 705) están siendo estudiadas en el sur de África, así como estudios (HVTN 703/HPTN 081 y HVTN 704/HPTN 085) sobre transfusiones de anticuerpos neutralizantes que pudieran prevenir el VIH. Sus resultados se esperan para el 2021 y 2020, respectivamente.
Es cierto que el tratamiento para las personas que vivimos con VIH es muchísimo mejor de lo que era hace 20 años, así como también la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP) es una alternativa muy efectiva en la reducción de tasas de infección. Sin embargo, ambos PrEP y tratamiento antirretroviral no son para todxs, ya sea porque las pastillas son muy costosas, porque generan efectos secundarios o porque no son igualmente accesibles en cualquier parte del mundo. Así es que para muchos la prevención y la cronicidad se vuelven ideales inalcanzables. Una vacuna es la opción más efectiva, económica y práctica para todxs: aquellxs que quieran prevenir el VIH y quienes lo sobrellevamos todos los días.
El desarrollo de una vacuna contra el VIH requiere de un apoyo financiero sostenido y constituye una inversión inteligente. Una vacuna efectiva, segura, accesible y económica habría de conducir a enormes y duraderos ahorros a largo plazo, estimándose que podría reducir la cantidad de nuevas infecciones anuales a la mitad solo en sus primeros 10 años. Pero por sí solo esto no es suficiente: investigadores, activistas, financiadores, gobiernos y comunidades tienen un rol a ocupar en el desarrollo, testeo y distribución de una vacuna contra el VIH. Como jóvenes, necesitamos ocupar ese lugar como protagonistas activos del cambio social y como el presente y futuro de la respuesta al VIH. No podemos darnos el lujo de desconocer investigaciones tan urgentemente necesarias, tenemos que asegurarnos que estos descubrimientos vengan a cumplir la función que necesitamos que tengan y que estén al alcance de todxs lxs que lo necesiten. Somos la generación que ha nacido sin saber lo que es un mundo sin VIH y también somos lxs mismxs que quieren vivir en un mundo en el que el VIH ya no exista más.
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