La Adherencia en Primera Persona

Iniciamos una serie de relatos donde vamos a compartir diferentes historias de jóvenes y adolescentes que viven con VIH en Argentina. De qué sintieron al momento del diagnóstico y luego cuando iniciaron su tratamiento retroviral.

Hoy en ‪#‎TeCuentoMiAdherencia‬ compartimos la historia de Daniel, integrante de RAJAP.

La adherencia ARV en primera persona te la cuento yo. Ni un librito, ni un guardapolvo blanco. Acá estamos como todas las noches en ese momento, el más duro y más doloroso para mi. Las miro y me acuerdo por que las tomo (aunque me pase las 24 horas hablando del tema). Las miro y me pregunto hasta cuando las tendré que tomar, las miro y pienso que pasaría si las dejara de tomar, si hago una pausa, si las abandono, si me tomara unas vacaciones. Hasta qué punto tengo decisión sobre mi propio cuerpo sí tengo que depender de ellas para seguir adelante.

La tercer combinación en menos de 2 años, ¿qué me queda para los próximos que vendrán? ¿Aguantarme los daños colaterales por tan solo un día mas y así constantemente?. Le buscas las mil maneras de tomarlas: con jugo, con agua, con tus pares, con tu pareja, a la distancia, juntos, en grupo, solo. Ahí esta ese dolor. El dolor que genera el intruso. Dolor en el alma, en el pecho.

Daniel, integrante de RAJAP contó sobre su adherencia al tratamiento retroviral.
Daniel cuenta sobre su experiencia con el tratamiento contra el VIH.

Un dolor que no lo entiende la OMS (Organización Mundial de la Salud), las Naciones Unidas, ni tampoco la mismísima medicina, pero mientras tanto ellos siguen haciendo campañas y metas milagrosas para los que vendrán, jamás para ocuparse de los que ya estamos.

Mil veces se me cruzó el dejar la militancia porque tanto hablar de VIH me hace olvidar que lo tengo. Mientras estoy bajando los brazos alguien aparece y me levanta. Me levanta todo ese espíritu militante y vuelvo a seguir adelante con una sonrisa. Una sonrisa que muchas veces lleva noches enteras de lágrimas y querer dejar todo, otras de bronca y discusiones.

El haber conocido a la RAJAP me demostró que se puede vivir normalmente con el VIH, que no me modificaría mucho mi estilo de vida. Hoy a 2 años de diagnóstico sigo teniendo los miedos que cualquier joven puede tener. Sigo con ese dolor al tomar la medicación, la medicación que me hace recordar que tengo el virus dentro de mí y que si no las tomo éste se hará mas fuerte, pero a la vez pienso si me terminará matando el VIH, la medicación o cualquier otra circunstancia.

La vida es hermosa y luego de mi diagnóstico aprendí a darle sentido a cada minuto que pasa y vivirlo como si fuera el ultimo. Esta publicación la escribí mientras tomaba la medicación y se me venían todas las mismas palabras de siempre.

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